8 de julio de 2016

Llevo tiempo sin escribir, tanto como me he dedicado a seguir viviendo. Los días se han vuelto más largos, igual que el tiempo que mi sonrisa les acompaña. Ya no cuesta tanto que se dibuje una curva en mis labios, pero sí que se esfume, porque esa sonrisa que hace meses me abandonó hoy no quiere marcharse. Y yo me siento agradecida de que haya decidido acompañarme en mi día a día y no esconderse de los demás, de que quiera seguir ahí, despertándome en la mañana y dándome las buenas noches al ir a dormir.

Nunca creí que un simple gesto pudiese hacer tanta compañía, mucho menos ayudar tanto a vivir.